Actitud vs. aptitud, y la moda de los soft skills

Vengo observando desde hace unos años que la tendencia en recursos humanos es la búsqueda de perfiles con soft skills por encima del curriculum clásico de conocimientos. Lo veo en artículos de prensa que hablan de la muerte del curriculum y dan más importancia a la identidad digital del profesional, es decir, a cómo gestione sus redes de contactos. Lo veo en la oferta universitaria de grados y másteres, que incorpora soft skills como hablar en público, trabajar en equipo o tener actitudes de gestión y coordinación de los mismos. Y hasta lo leo en declaraciones de directivos de empresas importantes como Facebook que quitan totalmente el valor al curriculum para dárselo a la actitud de los entrevistados.
Es decir, se empieza a buscar más la actitud (soft skills) que la aptitud (hard skills). Y eso está muy bien, sin una buena actitud, no se llega a ningún sitio, y con una buena actitud se puede conseguir todo.
Ahora bien, esto no debería implicar que se olvide la aptitud, el curriculum, especialmente en determinadas profesiones. Por supuesto que a la hora de contratar a alguien el punto clave lo puede dar su actitud. Pero en primer lugar ese candidato ha debido pasar unos filtros de aptitud. A mi por ejemplo no me vale alguien que tenga una actitud increíble, que sea guapo y simpático y sepa hablar muy bien,  pero no sepa tirar líneas de código. Como no me gustaría que me operase un cirujano con cien mil seguidores en Twitter y  conferenciante internacional de éxito, pero que no sabe coger un bisturí.
Así que no perdamos el norte, actitud sí, soft skills sí; pero no dejemos de lado los conocimientos, que al final alguien tiene que trabajar y generar producto.

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